Marcelo B., un jinete diestro?
Significado críptico, poesía excogitante, poesía inframuros, argumentos post-ontologizantes, esquemas dialécticos incompletos. Al querer catalogar en algún casillero la primer obra de Marcelo B. uno se halla con esas contradicciones inmanentes.
Debo confesar que cuando llegó por primera vez a mis manos esta edición de Ediciones del Autor anoté perplejo en un boleto: ¿demente o creador? La vieja pregunta que se han hecho tantos, pero esta vez un poco más dudosa es mi respuesta. Cualquiera de las dos opciones podría describir este texto. El texto pasa del código ensayo al código poesía sin advertencia alguna al lector, con una mínima conexión semántica; la ruptura de la anticuada dicotomía entre forma y contenido no se produce aquí tanto por voluntad sino por la aniñada soberbia del autor que cree que inventa algo y que, de hecho, quizás lo haga.
Encerrado en los muros internos de Marcelo B., uno siente que lo que escribe es desparejo pero que al mismo tiempo auspicia la neblina de un conocimiento que solo podemos ver, precisamente, entre neblinas. En el capítulo 4, "Homosexualidad y Política", el autor destruye hipótesis provincialistas como "los gays tienen más gusto que los heterosexuales" o "los putos de la clase de las "locas" son todos inminentemente pasivos", "la Juventud Peronista se llenó de trolos", para culminar con el perturbador verso
"Su pene fulgurante y venoso
en la humedad prodigiosa
me debilita en mi vacua
existencia de culo pozo"
Al mismo tiempo, Marcelo B. siempre es la promesa que se cumple a medias, como lo es la cerveza tibia que se guarda en la heladera a esperas de que alguien la saque cuando esté congelada. La variante 3 del capítulo 6, "Regar de noche o de tardecita: un debate", complejiza algo completamente banal que, sin embargo, nos muestra mucho más de la vida de B. que de lo que piensa de su teoría o de su posición en el debate. Marcelo B. sólo recorre un hecho, el de que su abuela y su madre rieguen dos veces las mismas plantas en un mismo día; así, mientras intenta recoger una información detallada acerca de ambas posiciones, se halla con un problema de perspectiva narrativa: ¿desde dónde contar la historia? Desde los ojos de su abuela que aún no ha aprendido que el cocoliche no es un idioma o desde su madre que abastece su colección de mujeres del circo con las cuales tuvo relaciones sexuales?; dilema metafísico abordado por todos los escritores que han sufrido no con la hoja vacía de papel, sino con las hojas llenas de palabras pero diletantísimas y huidizas con respecto a la determinación de una historia. Símbolo de esta sabiduría de la neblina, de esta miopía docta frente a lo trascendente, la variante 3 culmina con estas estrofas
"Las estrellas son sabias porque no tienen perspectiva"
Marcelo B. es un desafío, tanto en términos de paciencia como en términos de comprensión; el género del cual abreva B. es similar al jinete diestro del Regimiento Sargento Cabral; con cada una de sus botas en el estribo de dos caballos diferentes, no logra dominar la dirección de ninguno de ellos; sin embargo, por escasos momentos, domina su propio movimiento y lanza la poesía como un destello de una mente aturdida por la cotidianeidad y liviandad de su existencia.
"La lengua de la serpiente
y para qué intentar
la huida si ya no se siente"